Desde lo alto llegaba el redoble de tambores.
Voces, soplidos.
La luz se atenuó.
Subieron las últimas risas nerviosas,
El eco fue apagándose hasta que el aire quedó en silencio.
La soga crujió, tensa.
Ella se alisó la fina pollera. Él la imaginó
por dentro.
Se miraron en el aire.
Hizo el salto, confiada. La soga vibró.
Él también.
Los aplausos siguieron sonando...
La pareja de equilibristas saludó al público.
En el camarín,
practicaron otros actos
de aplausos
privados